Este año parece que está siguiendo los cánones de un otoño clásico. Todavía nos quedan unas dos semanas de estío y ya han caído las primeras lluvias en Sevilla. Y para los que vivimos en el sur, el olor a tierra mojada es una bendición del cielo, nunca mejor dicho...
A mí el otoño me gusta; supone un acto de contrición en el cual nos retraemos buscando la serenidad frente a los excesos vividos a lo largo del periodo vacacional. Pero además de todo eso, para mí tiene un tinte especial porque en otoño empecé a salir con mi primer novio, hace ya muchos años, y cada año, el olor del mes de octubre me trae a la memoria las sensaciones vividas con aquel primer amor, llenas de nostalgia pero muy agradables. Es algo que parece estar totalmente olvidado y que, sin embargo, reaparece sin ser llamado cada año, cuando el otoño nos alcanza y nos pilla aún medio en cueros.
Esta foto la tomé en Dublín. Allí el otoño llega antes que en el sur de España: en agosto ya tuve que llevar manga larga y bufanda, cosa impensable en Sevilla!
Dublín es una ciudad a la que tengo mucho cariño porque pasé dos intensos meses de mi vida durante el verano de 2006. Ocurrió como suelen ocurrir las cosas que te dejan huella: sin pensarlas y dando un "sí" sobre la marcha a todas las situaciones que se me presentaron. Y me fui.
Sin duda, lo mejor fueron las relaciones humanas tan intensas que viví durante tan corto espacio de tiempo. Inolvidable...
1 comentario:
Uff, que de melancolía te da el otoño :P
Yo también tengo ganas de que llegue, aunque el verano me guste más. Será que este año tengo ganas de que acabe el verano!!!jajajajaja
Besotes wapa
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